Guadalajara Open

Paula Vieira, la juez de silla que vale oro

Guadalajara, Jalisco, 20 septiembre de 2023.-   “Ser la primera mujer de Latinoamérica en obtener una chapa de oro como juez de silla de tenis, es la máxima satisfacción que me ha dado esta carrera. No es nada sencillo, estamos hablando de la historia, y en los últimos 10 años, no hay otra gold en las Américas, un reconocimiento por el que he luchado mucho”.

Así lo afirma con orgullo, Paula Viera Souza, brasileña de 41 años, quien  está nuevamente en su segunda casa, México, como parte del staff de jueces de silla para el Guadalajara Open AKRON presentado por Santander.

Para alcanzar el sitio que ahora disfruta como una de las principales jueces del mundo, Paula ha tenido que dedicarle prácticamente la mitad de su vida, en una historia que comenzó a los 16 años muy cerca de su casa en su natal Porto Alegre. Tras su paso como jugadora de club a edad temprana, se le presentó la oportunidad  que estar ligada al tenis en otra faceta, ahora como árbitro.

El camino para llegar  a ser juez de silla, implica muchos  años. Es comenzar a  conocer las reglas generales del juego en escuelas nacionales; en este primer nivel se trabaja en torneos juniors, amateurs y  seniors, como juez de línea. El siguiente paso es ingresar a las escuelas de la Federación internacional de Tenis (ITF) donde se obtienen las insignias blancas, que te permite actuar en torneos profesionales Futures.  Posteriormente, en la escuela administrada por  ITF, WTA y ATP, que es la última y más difícil, se puede conseguir la chapa de bronce, que da derecho a torneos más grandes como línea. Años después de evaluaciones y de mucha experiencia acumulada, la aspiración es obtener la insignia de plata, nivel en el cual solo se actúa como juez de silla, y  finalmente llega la graduación  con la chapa de oro.

Paula Vieira, obtuvo la distinción blanca en el año 2004 en una escuela de Argentina, y  pasaron dos  años más para ganar la de bronce en 2006 en Brasil; fue hasta 2012 que consiguió la certificación de plata, y en 2017 le otorgaron la codiciada insignia dorada.

“Después de recibir la chapa gold, toda la ayuda que recibí por parte de mis supervisores y jueces que estaban arriba, hoy la hago yo para las que vienen, es

como un efecto dominó, uno de detrás del otro y vas ayudando a los demás”, explica Paula, quien señala que para ser juez no es requisito haber sido tenista.

Ser juez de silla, de acuerdo a las asignaciones de la supervisora y jefe de árbitros de un torneo, implica trabajar en uno o dos partidos al día, pero en casos extraordinarios, pueden llegar a tres e incluso cuatro, como ya lo ha hecho.

“Por año, mi máximo que hice fueron 340 partidos, pero tenía la chapa blanca y necesitaba ganar experiencia. Antes estaba fuera 25 o 26 semanas, pero con la llegada de mi hija, la cifra es menor, en promedio hoy hacemos entre 100 y 170 juegos por temporada”.

En su largo andar dentro del arbitraje, Paula trabajó mucho tiempo en México, para cubrir toda la gira, por lo que prácticamente medio año viajaba por todo el país, pero ahora solo va a torneos WTA y está  fuera máximo tres semanas.

La maternidad para Paula no fue impedimento para seguir y combinar su etapa como madre, con su exitosa carrera en el arbitraje, gracias en parte al apoyo de su familia, no le resultó tan complicada.    “Cuando me embaracé seguí trabajando hasta los cinco meses y regresé cuando mi hija tenía dos meses y medio. Desde entonces la llevé conmigo en el tour hasta los tres años. Mi mamá siempre estaba a mi lado, mientras yo subía a la silla, ella la cuidaba, luego tenía que bajar, amamantarla, y regresar a la cancha. Tuvimos suerte porque Bethania es una niña tranquila, podíamos viajar por los cuatro continentes con el cambio de horario que implica, y no tuvimos dificultades, sin mi mamá, no hubiera sido posible”.

El constante viajar por el mundo le ha dado la oportunidad a Paula de conocer muchos países y torneos, y aunque es difícil elegir los mejores en los que ha estado,  tiene claro que México es su segunda casa.

“De mi trabajo me gusta poder viajar y conocer culturas, tener recuerdos de todas partes del mundo. En especial Guadalajara, es la tercera o cuarta vez que vengo, me encanta la ciudad, su gente y el acento mexicano, que lo puedo reconocer en cualquier parte del mundo. Pero mi rutina ha cambiado, ahora me gusta estar en casa 100 por ciento sin tener que trabajar, me quedo un mes y luego regreso, eso me motiva, porque no sé cuánta gente tenga esa experiencia de poder disfrutar de un trabajo así sin tener que estar en la oficina durante cinco días a la semana”.

Hija única, Paula Vieira, asegura que no ve pronto el retiro de su profesión, a pesar de haber alcanzado todas sus metas.  “El adiós no lo veo cercano, estoy satisfecha con lo que he hecho en el pasado, conocí y viajé mucho, contenta con lo que la vida me ha regalado. Me gusta ayudar a otros árbitros, a desarrollar sus habilidades, evaluar a los jueces más jóvenes, además todavía me gusta viajar”.

El próximo año es de Juegos Olímpicos en París. Paula ya tuvo experiencia en dos ediciones, Londres 2012 como juez de línea, y como juez de silla en Río 2016, en su país. Y aunque lo califica como experiencia única y emocionante con otro tipo de atmósfera, no acudirá a la justa en la capital francesa, pues no está en sus planes.

Juez de silla, madre, esposa, hija, compañera, Paula Vieira además de hacer historia en el tenis, se ha ganado el respeto y admiración por su brillante trabajo profesional, el cual ha sabido combinar con la lucha diaria en la  vida personal.  

 

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